martes, 23 de junio de 2009

Musicoterapia: otra forma de mejorar

Pablo (diez años) no podía acostumbrarse a su nuevo colegio. No conversaba ni jugaba en los recreos y sus calificaciones eran muy bajas. Hasta que la psicopedagoga del establecimiento sugirió a sus padres que el niño asistiera a sesiones de musicoterapia.
Sin saber de qué se trataba, Pablo comenzó una terapia hasta ahora no muy difundida: la musicoterapia. Ésta utiliza la música y los sonidos con objetivos terapéuticos, es decir, contribuye a la prevención, mantenimiento o restauración de la salud mental y física.
A las pocas sesiones, se notó que Pablo estaba más a gusto consigo mismo y hoy, tras cuatro meses de terapia, ya se siente totalmente integrado a su curso y ha logrado mejorar considerablemente las notas.
¿Por qué la música?
La psicopedagoga y musicoterapeuta Pamela Mayer, explica que ocupa la música como fuente de comunicación para conseguir aquellos objetivos que se fijan luego de hacer el diagnóstico.
Ello, porque la música tiene la capacidad de lograr un contacto con los aspectos profundos y primitivos de la personalidad del ser humano, debido a que está presente en nuestra vida desde la gestación.
Además del aspecto afectivo, también ayuda en las áreas cognitiva y psicomotriz, ya que tiene una métrica y un espacio, lo que hace que el niño con problemas para orientarse en el espacio y el tiempo integre estas funciones en forma práctica.
La música en el desarrollo del niño

“Muchas veces los niños con problemas de aprendizaje no han tenido la posibilidad de asimilar conceptos básicos en forma corporal y concreta. Por ejemplo, les enseñan los números sucesor y antecesor, pero ellos nunca han entendido de qué se trata esto en realidad”.
Así, con la ayuda de los instrumentos musicales, la terapeuta va reconstruyendo aquello que falta en la etapa de aprendizaje o en el aspecto emocional del niño, a través de la ejercitación del hemisferio derecho, que está ligado con la emoción, la intuición y la creatividad. Es decir, va buscando nuevos caminos para llegar a áreas en las que el niño tiene más dificultad. A través de la música el niño puede ir tomando contacto con sus emociones y sentimientos, e ir canalizando sus conflictos en forma práctica.
No obstante, conviene saber que la música por sí sola no es terapéutica, sino que se utiliza como un medio para facilitar el cambio que espera el psicólogo, el médico que deriva al paciente o el propio musicoterapeuta.
Una sesión de musicoterapia
La musicoterapia puede realizarse individualmente o de manera grupal. A juicio de Pamela Mayer, es muy importante que luego de sesiones individuales, el niño se incorpore a un grupo según sus intereses, ya que así desarrollará habilidades de comunicación, podrá disminuir conductas desadaptativas (impulsiva, agresiva, autoagresiva) y se podrá relacionar con sus pares en forma no competitiva.
El niño actúa musicalmente por medio de su cuerpo, de los instrumentos musicales y de la voz, dejando salir todas aquellas emociones que antes no podía expresar.
Asimismo, el niño proyecta sentimientos y vivencias mientras escucha una música.
Tal como en una sesión individual, en el trabajo grupal no importa quién sepa tocar mejor un instrumento, ya que se utilizan como un juego. La musicoterapeuta indica que incluso es preferible que los niños no sepan leer música, ya que así se aproximan más libremente hacia los instrumentos y la música.
El terapeuta se adapta al ritmo interno de cada niño, lo que es imprescindible a la hora de trabajar con pequeños con hiperactividad y aprendizaje más lento.
Así como la musicoterapia ayudó a este problema de baja autoestima, también da excelentes resultados en los siguientes casos:
· En niños sin problemas se puede trabajar en crecimiento personal.
· Ayuda a modificar pautas de comportamiento en niños con déficit atencional, hiperactivos, depresivos, agresivos y es muy útil en el tratamiento de niños autistas.
· En niños con disminuciones físicas, la musicoterapia sirve para superar la no-aceptación de su discapacidad y de su diferencia respecto a los otros.
· A niños con trastornos del lenguaje ayuda a que se expresen al ser capaces de cantar las palabras de una canción que recuerdan o que están aprendiendo.
· A los niños que tienen problemas para situarse en el espacio y el tiempo les permite asimilar estos conceptos de forma práctica.
· Los niños con enfermedades terminales o que le provocan mucho dolor, se tranquilizan al conectarse con lo afectivo a través de la música.

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